Yo misma II
Cuando una persona se equivoca en
su manera de afrontar su realidad, lo único que puede hacer es enmendar ese
daño, hay veces que eso es imposible y solo queda pedir perdón. El perdón es
una palabra grande y a la vez vacía dependiendo de quien la pronuncie y
dependiendo de quien la reciba, la palabra perdón hay veces que brilla y otras
que huele a mierda. Las personas; las grandes, y las pequeñas ,las mejores y las
peores incluso aquellas que parece que nunca podrían hacerlo; se equivocan, el
errar es inherente a nuestra naturaleza es una parte de nuestra esencia, no
somos robots sacados de un libro
de Asimov, no estamos programados para acertar siempre, no somos calculadoras
pensantes, al menos yo no. Somos amalgamas de sensaciones, momentos y
experiencia plantados en un mundo totalmente imperfecto. Hay veces en las que
me gustaría pulsar un botón y desaparecer, irme lejos a ese mundo que solo tú conoces o que alguien pulsara
conmigo el botón del tiempo y entendiera que las decisiones se toman en base a
las circunstancias.
Todos
creemos aquello en lo que queremos creer y escuchamos aquello que queremos
escuchar. Somos demasiado básicos para determinadas cosas y repetimos patrones
de comportamiento similares pero todos en esta vida, y en este mundo que parece
que ha perdido la cabeza, nos equivocamos, todos erramos y de la calidad humana
de cada uno está el hacer frente a esas imperfecciones.
La vida es lo que tu
tocas y el tiempo pasa igual para todos, pero en función de nuestros actos a unos los va haciendo más viejos y a otros los convierte en inmortales.
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