Lo que ya no morirá

Caminas bajo el tenue cristal de mi vida, despacito
componiendo versos entre apeaderos de piedra
y campos de trigo que recuerdan tu infancia.
Andas dibujando abriles sobre mis párpados
encajando piezas que firmemente nos unen
desechando muros de un calendario olvidado.

Yo despistada aprendiz de poeta intento retener
por un momento la humedad de mis ojos de Enero
y el atardecer de tu pelo invernal y claro
que sutilmente aterriza en mis huellas
conformando un cubo de nueve por nueve
que encierra entre la más pura y dulce realidad
promesas y sueños, aquello que queremos
y la certidumbre mas certera de lo que ya no morirá.


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