Sábado por la noche

Naugragaste en mi pecho
un sábado por la noche,
cuando tu barco se hundió
un lunes por la mañana
tanto tiempo a la deriva
deshizo tu piel
en largos lamentos borrachos de sal.



Alcanzaste la costa de mi vientre
en forma de isla inhabitada
ahora desierta y aun más triste,
desolada por tu ausencia


Escalaste mis cabellos
como si de un rio de algas se tratase
y llenaste de auxilios mi cabeza
con tu voz húmeda y salada.



Devoraste el mar abierto de mi espalda
nadando entre olas de arena
que sepultaron tus sueños
trasformando mi cuerpo en un mar desierto...

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